
12/06/2025
¡Ven, Espíritu Santo!
Compartimos mensaje del Padre Jorge en la homilía del domingo
El domingo 8 de junio celebramos la Solemnidad de Pentecostés, una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico. En esta ocasión, durante la vigilia, el Padre Jorge dirigió una profunda homilía, invitándonos a abrir el corazón al Espíritu Santo y renovar la vida de fe.
El P. Jorge comenzó destacando que, como Iglesia universal, esparcida por tantos lugares del mundo, y en el marco del Año Jubilar de la Esperanza, elevamos juntos un canto de súplica: “Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra”.
Retomando el Evangelio proclamado, recordó aquella primera tarde de la resurrección en la que Jesús se presentó ante sus discípulos y les entregó el don de su Espíritu. Aquel momento, dijo, "ocurrió un día como hoy hace más de dos mil años, cuando un pequeño grupo de hombres frágiles y temerosos se transformó en apóstoles y misioneros”.
Pero el don del Espíritu no fue un regalo único para ese momento fundacional. Muy por el contrario, afirmó el P. Jorge, “ha sido desde entonces el punto de partida para un impulso que, año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio, Jesucristo entregaría a su Iglesia en esta misma celebración para continuar su misión”.
Preguntándose qué diferencia a esos grandes santos y misioneros de la historia del cristianismo respecto a nosotros hoy, afirmó con fuerza: “Nada, absolutamente nada. Ellos recibieron los mismos sacramentos: el bautismo, la eucaristía, el perdón de los pecados, la confirmación en el Espíritu, incluso el matrimonio, la ordenación o la vida consagrada. La verdadera diferencia, señaló, estuvo en la capacidad de pedirle al Espíritu que los ayudara a sacar provecho del don recibido”.
“La oración”, dijo citando a San Francisco de Sales, “es el agua de bendición que hace reverdecer todo lo creado”. Y evocando a San Alberto Hurtado, comparó al cristiano orante con un velero que despliega las velas de los dones y frutos del Espíritu Santo.
Así fue enumerando los siete dones del Espíritu Santo:
· El entendimiento, para comprender las cosas de Dios.
· La sabiduría, para ver las cosas como Dios las ve.
· El consejo, para ayudar al que lo necesita.
· La fortaleza, para resistir el mal y avanzar en el bien.
· La piedad, cuando cuesta rezar o para cultivar el anhelo de rezar mejor.
· La ciencia, para descubrir la presencia de Dios en las cosas, personas y acontecimientos de la vida.
· El temor de Dios, para vivir con reverencia y humildad ante su presencia.
También recordó que, si oramos con fe, se despliegan los frutos del Espíritu Santo, que nos vuelven:
· Alegres a pesar de las dificultades.
· Pacíficos a pesar de estar rodeados de violencia.
· Generosos en una sociedad que busca hacernos egoístas.
· Compresivos y misericordiosos en un mundo que se resiste a perdonar.
· Despiertos y ágiles a la hora de hacer el bien y la caridad.
· Capaces de confiar en los demás a pesar de las desilusiones.
· Señores de nuestras vidas y no esclavos de nuestros sentidos e impulsos.
Cerrando su homilía, el P. Jorge recordó que en esta vigilia también estuvo presente María, la Madre de Cristo y de la Iglesia, esposa del Espíritu Santo, que intercede por cada uno de nosotros. Con ella, unimos nuestras voces a la oración de la liturgia mientras pedimos con confianza:
¡Ven, Espíritu Santo! Llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, tú que congregas a los pueblos de todas las lenguas en la confesión de una sola fe. Aleluya.
¡Ven, Espíritu Santo!